Ojo por ojo, y el mundo terminará ciego.


‘El país de los ciegos’ es un relato simbólico de Herbert George Wells sobre el conocimiento humano y la sociedad, que muestra cómo la comunidad somete al diferente a sus creencias, eliminándolo por ser distinto y sobresalir en este sentido, ignorando la posibilidad de que el error no sea quizás del extraño.

H.G. Wells, en una historia corta publicada en 1904, habla de un explorador llamado Núñez que cae de una montaña de los Andes ecuatoriales en un valle aislado poblado en su totalidad por personas con ceguera congénita. La aldea posee casa sin ventanas, y su oscuridad las hace parecer madrigueras. Animado por un espíritu didáctico, se queda en el poblado con la idea de enseñar a los nativos qué significa ver y qué hay más allá de las montañas que les rodean, basándose en la famosa frase «In the country of the blind the one-eyed man is king» (En el país de los ciegos el tuerto es rey). ¿El por qué de esta frase? porque el rey tiene mayor ventaja y puede manipular a sus súbditos ciegos. En pocas palabras, usted no tiene que ser muy ‘brillante’ para tener éxito si todos los demás son ‘idiotas’. Este tipo de arrogancia de inmediato coloca al lector en el lado de los aspirantes a imperialistas, y con este relato Wells se encarga de demostrar que no es así, ya que Núñez utiliza esta frase para resolver su supremacía, mostrando a su vez la idiotez imperialista.

Obviamente, los ciegos no comprenden el concepto de la visión y ante sus explicaciones se irritan y consideran que lo que les cuenta son sólo ideas perversas. Es decir, ellos ignoran su carencia de la vista, y por consecuencia han desarrollado perfectamente sus sentidos restantes. Durante catorce generaciones, aquella gente había estado ciega y aislada del mundo de los videntes, por lo que las cosas alusivas a la visión se habían olvidado y cambiado. En la práctica, Núñez se esfuerza varias veces para persuadirles que la palabra "vista" en realidad existe y que él mismo es un ser racional en su propio derecho. Pero su ayuda es rechazada por la comunidad, que se sustenta en sus propias normas y valores culturales distintivos. Entonces escapa del valle, pero el hambre le gana y le hace regresar. Los ciegos sienten compasión y son capaces de perdonarle, pero a cambio Núñez tiene que renunciar a sus creencias aceptando la manera de vivir de los ciegos. Ellos habían desarrollado sus otros sentidos hasta el punto de poder controlarlo y hasta le consideraban necio y torpe por tropezarse varias veces, así que consultan el consejo de ancianos para curarlo. Culpan su capacidad visual de la ignorancia, que "lo mantiene en la oscuridad" y por ello, el cirujano ciego recomienda extirparle los ojos.
Por otra parte, Núñez está enamorado de una chica vidente que también cree que la vista es una fantasía, por lo que ella apoya la operación para que se convierta en un marido adecuado. Núñez parece estar de acuerdo cuando entonces, viendo frustrados todos sus intentos de explicar este ‘quinto sentido’ y desesperado y aterrorizado por la idea de perder la vista, continúa hacia el cielo y la elección de su vista y libertad. Escapa a la montaña, donde no está en condiciones de sobrevivir por su cuenta, y en consecuencia muere. Finalmente, el tuerto no resulta ser mejor que nadie en el país del os ciegos.

En la vida real este en un hecho utópico, ya que no existe tal país. La historia se desarrolla en una montaña ficticia del Ecuador, y Núñez es el personaje principal: héroe, víctima, imperialista e idealista, todo en uno. 
La idea política es aniquilar al que sobresale, en el caso de la historia al que ve, y se prefiere un país lleno de mediocridad por ser más manipulable, como ocurre actualmente. No importa el peso, la validez, la lógica del argumento; si viene del otro lado es como si no existiera, y esta ceguera es común en personas inteligentes y no tan inteligentes por igual.

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