Tesalónica no me ha hecho llorar y dar gritos de emoción pero Meteora sí. Seguramente sea el lugar natural más mágico que vi en el mundo hasta ahora. Son montañas largas y estrechas, con monasterios en su cima o encajados en alguna parte de las rocas. Son pequeños monasterios de monjes y uno de monjas de religión cristiana ortodoxa, y viven así, con sus casas incrustadas en una enorme masa rocosa llena de rayas y colores rojizos por la erosión. Supongo que para aislarse allí sienten esa necesidad que en su día sintieron los monjes meteoros al querer estar más cerca de su Dios, tanto mental como físicamente. Las montañas llegan al mismo cielo, puedo imaginarme perfectamente cómo se levantaban por la mañana para rezar y, con su café griego y su tostada de mermelada de loto en la mano (la mermelada de loto hecha por ellos of course), se asomaban al balcón y se encontraban con las nubes. Fuimos un día de niebla, así que la mezcla de niebla y nubes moviéndose hacía que el paisaje cambiara cada diez minutos y no parara de hacer fotos como una japonesa loca. No importara que lloviera o saliera el sol, ese sitio era un auténtico retiro espiritual lleno de naturaleza pura y silencio.
Dentro de los monasterios podías ver cómo viven los monjes, y hay muchas salas con cocinas e instrumentos tradicionales, además de miles de pinturas religiosas en cada pared, mosaicos y frescos de todos los colores, velas, gatos, muchos gatos y un perro que nos siguieron por la carretera. Con los 3 euros que debes pagar para entrar en cada monasterio, podrían aprovechar para alimentar a tanto animal hambriento, que también son criaturitas de Dios y esas cosas.
En el Gran Meteoro hay una iglesia bizantina y salas donde puedes leer la historia y ver las torturas que los cristianos sufrieron por parte de los turcos, que no fueron azotes en el trasero precisamente. Antes de ir a Grecia leí en mi biblia personal (para los demás Wikipedia) que esas rocas son enviadas por el cielo a la tierra según los escritos cristianos, así los griegos podían rezar en paz. Ah! y que el nombre del lugar se debe a que Meteora significa 'flotando en el aire'. Bajamos al pueblo Kalambaka por un sendero de bosques y cabras, fue un camino increíble y me sentía feliz de hacerlo con mi amiga de toda la vida, Lucía, que le dio un sentimiento religioso muy fuerte en el monasterio de monjas y se puso a rezar, justo después de que fumáramos marihuana. Ella me explicó sus razones y lo entendí, aunque también tengo que reconocer que me asustó un poco ver tanto fervor religioso repentino en una persona a la que consideraba atea. ¿Qué llevaba ese porro de marihuana tan espiritual? ¡Tenía que haber fumado más!
Tesalónica me ha enseñado algo positivo que no tiene España: todas las posibilidades para que la gente joven pueda vivir, estudiar y alimentarse cada día aunque no tengas dinero. La universidad ofrece estudios, comida y cena gratis, y las casas okupas están muy organizadas y respetadas, hay edificios y fábricas aprovechadas para diferentes actividades, bares, y un lugar donde dormir. Nunca he pagado allí el ticket del autobús, aunque se que el transporte mensual es barato. Mucha gente se gana la vida haciendo malabares, vendiendo artesanías o tocando algún instrumento en la calle, y las comodidades que da la ciudad ayudan a sobrevivir sin problemas. Conocí a dos chicos de Granada que lo habían dejado todo, y estaban viviendo en casa de una amiga de Lucía que también está de erasmus allí, para aprender a tocar algo y ganar dinero tocando en las islas en verano. También conocí a un ruso que hacía malabares y llevaba un hula hoop gigante para rodar, e incluso el chico albano hacía atrapasueños que pensaba vender en algún momento. Todos tenían un aura libre y sin preocupaciones, pensando solo en el presente y viviendo cada día de la vida sin saber lo que pasará mañana. (Y yo aquí, amargada con la universidad, el chino y mil obligaciones que me atan...)
Siempre había idealizado este estilo de vida hasta que llegué a Tesalónica, y he pensado en la independencia y en la libertad desde otra perspectiva más realista: como si no fuera a ser joven toda la vida, como si no fuera a tener la ayuda de mis padres toda la vida, y como si no me fueran a joder con la jubilación lo que me quedara de vida. Cuando ya apenas me quedaba dinero el último día y no quería gastarlo en comprar algo, comimos en la universidad y el menú de la comida y cena fue pasta con calamares que sabían a esa salsa de tomate aceitosa que le echan a las latas de conserva y sabe a... tatatachan... nada. En ese momento deseaba tanto ir a un bar a por una buena ensalada o a por un buen plato de pasta... ; el chico albano quería ir con nosotras a Meteora y, aunque el billete de tren era barato y dormir en el pueblo también, no disponía de ese dinero y se quedó en casa de Lucía. Me sorprendió porque él se había definido como alguien libre que viaja y no depende de nada ni nadie. ¿Acaso la libertad no es la posibilidad de elegir? ¿el sentimiento puro de libertad no es estar en continuo movimiento? ¿elegir si te quedas o te vas, elegir si comes esto o lo otro, elegir si quieres estar solo o acompañado? el dinero no lo es todo, por supuesto que puedes moverte con autostop o pedir comida en la calle, el mundo está lleno de gente hospitalaria y generosa que te ofrecerá con una sonrisa un asiento en su coche o una cama en su casa con un plato para comer.
Estas personas se dividen en dos grupos: las primeras lo harán por motivos sexuales, y las segundas lo harán de corazón, por el simple hecho de ayudar y sin ningún tipo de interés. Las del segundo grupo son aquellas que te devuelven la fe en el ser humano, aquellas que transforman tu viaje llenándote de anécdotas y buenos recuerdos, aquellas por las que realmente estás allí y de las que siempre, siempre, aprenderás algo bueno o malo y te harán crecer. Pero la línea de ser ayudado y de depender de los otros puede pasarse demasiado rápido. Si nos acostumbramos a depender siempre de la casas ajenas para dormir, de la comida que nos den otros para comer, de que nos lleven, nos traigan, nos inviten, nos den, recibamos y nunca demos... si solo nos dejamos llevar por el viento, el día que el viento pare, nuestro barco deja de navegar y no podremos hacer nada. Por eso, si el "barco" produce, ayuda, colabora, estudia o trabaja, crea, aporta y es autosuficiente, siempre tendrá "combustible" para continuar, haya viento o tormenta.
Las personas del primer grupo son esa tormenta: las que aparecen de repente, haciendo mucho ruido para follarte y molestan durante un buen rato. En esos momentos, más que nunca, necesitas el combustible para salir del problema tan rápido como sea posible. En los momentos de tormenta, sean provocados por una persona, un accidente o una enfermedad, el combustible de lo que has trabajado te hará pasar el mal trago rápido. Pero cuando no tienes nada todo se complica, y lo único que te salva es depender de otra persona que aparezca para ayudarte. Por eso es tan valiosa la independencia: no tienes que esperar a nadie, el problema lo resuelves cuando tú lo quieras revolver; y por eso tiene tanto poder la libertad: porque tú decides lo que quieres y lo que no entre varias posibilidades. Cuando estuve viajando sola por Turquía durante un mes haciendo couchsurfing, realmente no pasaba casi ninguna hora del día completamente sola. Estuve rodeada de personas increíbles, pero otras veces me agobiaba y necesitaba espacio para asimilar las cosas o estar conmigo misma. En esos momentos en los que estaba extremadamente cansada o triste y necesitaba un lugar solo para mi, poder pagarme una habitación en cualquier lugar y tumbarme en la cama sin que nadie me molestara tenía un valor incalculable. Cuando viajas y vives sin nada ahorrado esa opción no existe, y es lo que se debe evitar por todos los medios.
Quedarme "estancada" en un país no es para mi, y depender siempre de otros para vivir viajando muchísimo menos. Por eso creo que este viaje ha sido importante, porque me ha ayudado a dejar de fijarme solo en la parte idílica de la gente que se deja llevar por las circunstancias. Aunque yo sea impulsiva, es bueno pararse alguna vez a pensar en las consecuencias de dejar los estudios y preguntarme en qué tipo de condiciones quiero vivir dentro de unos años. La universidad, para qué nos vamos a engañar, es una auténtica mierda, y su plan Bolonia de los coj... se ha cargado el sistema. Pero es una puerta que te abre muchas otras y, como llevo diciendo en los anteriores párrafos, el poder de la libertad se encuentra en elegir qué puerta deseamos, y si queremos entrar, salir o cambiar a otra.
Como dijo Risto Mejide, no hagáis más el Rajoy, o lo que es lo mismo, el capull@ :
"Vivir es elegir. Decantarse por algo. Tomar partido. O tomar la decisión de no hacer nada, lo que ya se conoce como hacer un Rajoy"
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