Me encantan las canciones
actuales en versión instrumental. El otoño. Mi tatuaje, y los que quedan. El
queso y el chocolate. La ropa vintage. Sumergirme de lleno en cada ciudad que
viajo, y en las costumbres de los pueblos. La vida sin televisión. La salsa, la
bachata y la kizomba. Los microcuentos.
Lindsey Stirling, The piano guys y
Alexander Rybak. Pintar con un cepillo de dientes. Los poemas de Wislawa Szymborska,
y las fotos de Eric Lafforgue. Me encanta la palabra “melancolía” y detesto la palabra “plausible”. La conferencia de Chimamanda Adichie, las películas que
nadie conoce. Ver como a la gente se le escapa la risilla tonta cada vez que va
a perder el bus o el tren y está corriendo hacia la puerta. Reconocer desde lejos a las personas con la que puedo encajar. La
luna llena. Haber cumplido el sueño de salir definitivamente de Cádiz con 18
años para vivir en Madrid. Conocer a la admirable Victoria Subirana,
autora de mi libro favorito Una maestra
en Kathmandú. He conseguido participar en espectáculos de baile en la
ciudad de Brest con mi grupo de teatro, incluso con el presidente Hollande entre el público. Quizás
el 12 de noviembre del 2012 fue el día que más me marcó, y el 13 ocurrió una
casualidad que nunca podré olvidar. Estoy harta del amor inmaduro,
insatisfactorio y distante. Desde que aprendí a ser feliz a pesar de las
adversidades, no me da miedo la muerte, ni temor por viajar sola. Las pesadillas empeoran, pero mis
sueños logran mejorar. Tengo dos metas nuevas, y una de ellas también se
cumplirá pronto: ir al Circo del Sol y ver el musical del Rey León. Me gusta imaginarme
viviendo en cualquier lugar de Asia, Oceanía o Sudamérica. El castillo de
Neuschwanstein. El lago Grüner See de Austria. La idea de hacer un voluntariado
cuidando elefantes en Indonesia, o de trabajar en un crucero de fotógrafa. La
idea de hacer interrail, couchsurfing y aupair. El Monte Saint-Michel, las Islas Mirihi de las
Maldivas o la Riviera maya. Me encantaría poder ver la
aurora astral de Nueva Zelanda, o la boreal de Alaska. Los leones blancos de África del Sur, y los masái de Kenia. Pero sobre todas las
cosas, tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que
esperar.
Nada tengo que criticar contra un ser humano tan fantástico como tu, pero si mucho que alabar por tu forma de reír, de mirar, de sonreír, de expresarte y de ser, por tus gustos y tus motivaciones, por el arte que existe en ti y que me transmites y por muchas otras cosas mas que la vergüenza me obliga a callar.
ResponderEliminarJamas escupiría a quien tanto me hace sonreír, y el café cuando tu quieras, amor.