El método Grönholm, como la vida misma


Un grupo de personas se presentan en una oficina para conseguir un puesto de trabajo en una gran multinacional de Madrid, hasta ahí todo bien. Los miembros, que representan diferentes arquetipos sociales (el inseguro, el serio competente, el niño de papá triunfador y atractivo, la mujer calculadora y fría con un matiz de erotismo, el macho ibérico que tiende a pensar que el pez grande siempre se comerá al pequeño, una madre madura y frágil…y cada uno de ellos con su respectiva manera de entender el éxito o aceptar el fracaso) se dan cuenta que les han dejado encerrados en la sala de entrevistas para ser sometidos a un experimento llamado el método Grönholm. Serán aislados como peces dentro de una pecera fría y blanca, observados detalladamente por cámaras, mientras les hacen pruebas para debatir quien tiene que abandonar al grupo hasta quedar un candidato final. Realizan argumentos y numerosos enfrentamientos para comprobar su personalidad, capacidad de trabajo en equipo y demás aspectos que no pueden comprobarse en una entrevista cualquiera. El desconcierto, el humor y la colaboración se va transformando en desconfianza, tensión y traición.

Esta peculiar forma de selección de personal resulta ser un juego sucio y sin escrúpulos en el que ponen todo lo que esté en su mano para eliminar a sus adversarios con el fin de una victoria que creen merecerse, quedando finalmente un candidato con la medalla del más preparado para humillar y dejarse humillar. Esta idea es inevitable compararse con reality shows como Gran Hermano: esa visión del hombre enchaquetado que se comporta como un animal, del candidato desorientado que se esconde de sus rivales tras un disfraz para conseguir un objetivo.Y efectivamente, tal y como refleja El método, estos personajes dejan atrás sus propios sentimientos y no dudan en traicionarse los unos a los otros con tal de conseguir el ansiado puesto de trabajo e introducirse en el mundo laboral.

La prueba de selección de personal coincide con la manifestación antiglobalización, momento de tensión social que explota en las calles madrileñas. Este gran detalle de la película contrasta a estas personas que venden su alma al diablo por una empresa (con sus discursos en el interior silencioso de la sala) y las marchas populares del exterior (que luchan de manera ruidosa contra la deshumanización de la economía, algo que nos afecta a todos).

Najwa Nimri (que interpreta a Nieves, la inteligente ejecutiva) me pone en ocasiones de los nervios por su tono de voz (habla como susurrando), pero a pesar de ello me parece el personaje más conseguido, ya que nos deja ver claramente esa transformación de loba calculadora capaz de renunciar al puesto por amor a su compañero, hecho que no termina siendo recíproco.
Este compañero (Eduardo Noriega) simboliza a esta civilización tan poco humana, que se ha olvidado de las más elementales normas para encontrar la felicidad. Y este es al fin y al cabo el perfecto perfil para el método, un egoísta que abandona a los suyos únicamente por conseguir el objetivo inicialmente propuesto.

Un punto en contra de la película es, en mi opinión, la escena del sexo en el cuarto de baño, ya que resulta en parte forzada. Es verdad que hoy en día nadie se extraña por el hecho de que dos personas que acaban de conocerse se besen y lleguen más allá, pero lo poco creíble viene cuando han estado la mayor parte del tiempo en la sala sin soportarse, llegando incluso hasta un punto de repugnancia en varias ocasiones. Y el punto a favor sería sin duda por el guión, que lleva a interesantes reflexiones como hasta qué punto podemos llegar por conseguir el poder sin importar a quien pisoteamos por el camino, la ambición mal entendida de la nueva generación, que vence a otros valores como la experiencia o la honradez utilizando cada vez más una tecnología que despersonaliza las relaciones (como es el caso de esos ordenadores robotizados que presiden la sala de los aspirantes), y el grado de cinismo que puede alcanzar la sociedad contemporánea.

Como curiosidad, decir que El método es una adaptación cinematográfica de la obra teatral de Jordi Galcerán (aunque este reconoce tras ver la película que no tiene nada que ver con su obra de teatro), cuya idea surgió al encontrar unas hojas en la papelera sobre la valoración de un candidato de una cadena de supermercados en la que se tildaba con improperios xenófobos, racistas y despectivos al mismo.

1 comentario:

  1. Concuerdo en la mayoría de lo que has dicho en esta buena reseña sobre la peli. La crítica al egoísmo de la sociedad capitalista, que a través de la competencia insana lleva a los individuos a poner por delante unas maneras que no son adecuadas a los principios solo con el fin de conseguir eso, dinero, poder, trabajo. La deshumanización.

    Todo eso está muy bien visto y tratado en la película y en tu reseña. Sin embargo, me ha parecido doblemente curioso tu comentario negativo final respecto a la escena de sexo. Va a ser verdad al final eso de que las mujeres y los hombres vemos las cosas de forma muy distinta. Digo doblemente curioso porque eres la segunda mujer que me comenta eso sobre la peli. Yo, que no digo ni que me parezca bien ni mal la escena o que esté de más, digo que sí la entendí. Al menos de un modo, que ahora voy a contar, aunque veo que las mujeres ni siquiera lo han concebido en su cabeza: simplemente piensan que es un fallo del guión y está forzado y ya. Es curioso.

    Lo que yo pensé cuando lo vi es todo lo contrario. No es un fallo del guión ni algo forzado: es algo exquisitamente buscado. Con esa escena lo único que se consigue demostrar es la supremacía de la mujer sobre el hombre, o sea, para evidenciar ese machismo que impera en el "macho ibérico", para dejarlo en ridículo al hacerle comprobar que al fin y al cabo no es más que un "pajillero". O sea, la otra se burla de él, ¡en ningún momento se lo folla porque la ponga cachonda! ¿Si no por qué dejarlo sin acabar y jugar con lo de la ropa?

    Me alegro de que te gustara tanto la peli como a mí.

    A ver si pronto toca otra... Creo que se llama El Piano.

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